lunes, 10 de marzo de 2014

Cuando la dirección de tu vida cambia de sentido

Entrada escrita por Damian Iglesias Cebrian

Hay personas a las que sorpresivamente les cambia el sentido de la dirección en su vida, personas que siendo brillantes o mediocres utilizan equivocadamente sus cualidades y habilidades...

Todo ello para progresar en su existencia y en los objetivos que se han marcado, muchos de los cuales surgen aleatoriamente para bien o para mal en función de los principios personales de cada uno. 

Hay personas que, en un principio, no están destinadas a nada en particular ni a ser ejemplo de nada, la mayoría de las personas pasamos sin pena ni gloria por la vida, adaptados a una rutina inocua para los demás, sin importar a otros y sin que los otros nos importen, más allá de los cruces casuales de la propia existencia tal y como indica el dicho de "el mundo es un pañuelo". Es probable que en nuestra corta existencia solo lleguemos a conocer a unos pocos cientos de personas, de las cuales, apenas unas decenas lleguen a ser importantes para nosotros. Esto que nos hace creer que tenemos todo controlado y que todo lo que nos propongamos sea accesible o imposible, en función del carácter de cada uno.

No nos cabe en la cabeza, por nuestra reducida percepción del mundo, que hay personas a las que no conocemos, a las que sus acciones o nuestras acciones les afectan o nos afectan, eso solo lo comprendemos cuando algo ya ha pasado y es irreparable para lo bueno o para lo malo.

Pues bien, si a lo expuesto le añadimos la falta de principios o normas propias, que normalmente son aprendidas de nuestro entorno, entonces estos se ven disminuidos o desprovistos de valor. Por dicho entorno se producen ciertas situaciones con consecuencias, que nos devuelven dichos principios como una bofetada, para darnos cuenta de nuestro error, bien porque abandonamos nuestros principios o porque los consideramos invalidados por el entorno o simplemente nunca los asimilamos o no los tuvimos, lo cual no es ni bueno ni malo, hasta que tomamos decisiones y se nos imponen en forma de normas de convivencia y leyes a aplicar.

Esta normas y leyes suelen ser moralmente implacables, dejándonos reos de nuestro entorno, castigándonos con la exposición de nuestros hechos y sometidos a la valoración de los que no rodean, de aquellos sobre los que tratamos de posicionarnos a toda costa y por cualquier método y que ahora, victimas de nuestros errores, nos someten a juicio y valoración.

Estos juicios y valoraciones, son más severos o contundentes si nuestro curriculum de principios está documentado, es decir, tenemos una formación que lo acreditan y suman a aquellos principios básicos de la sociedad en la que hemos nacido y que toda sociedad tiene para serlo (dónde no hay principios no hay sociedad) y que hemos asimilado desde la infancia de forma natural al ser incluidos en dicha sociedad. Si además perfeccionamos dichos principios con formación y estudios la cosa empeora , por ejemplo si estudiamos derecho lo hacemos para perfeccionar la defensa de dichos principios y nos hacemos valedores de los mismos ante los demás.

Por lo tanto si los incumplimos o manipulamos, mayor será la valoración negativa de nuestro entorno ya que no podremos alegar desconocimiento ni justificación de disparidad de principios, simplemente hemos actuado contra ellos; ni tampoco utilizar el incumplimiento de los mismos, como norma general de la mayoría o la devaluación de ellos en la sociedad en general o nuestro entorno en particular .

Este es el caso de José María Del Nido, que ha prostituido todo principio primigénio, él que es abogado, presidente de un club de futbol, marido y padre, que tenía legión de aduladores y seguidores, él que estaba en la cima de la sociedad y que se elevó como garante de los principios básicos de la sociedad, pues se formó voluntariamente para ello, ha demostrado que nunca los tuvo en consideración y valoración, que se sirvió de ellos para tomar una dirección en su vida que ahora ha cambiado de sentido. Yo no lo acuso, no me siento capacitado, ni lo condeno, ni lo perdono . No sabría, lo que me pregunto es cómo hemos llegado a esta situación de abogados que usan la ley para robar y estafar.

Como hemos llegado a empresarios que defraudan a la hacienda pública, sindicatos que roban las ayudas a los trabajadores en paro, trabajadores que estafan a empresas y mutuas de trabajo con falsas dolencias, banqueros que enfocan su negocio exclusivamente a la cuenta de resultados, políticos que desconocen el servicio público y hacen de la pólitica un oficio lucrativo.

En fin una sociedad donde los principios carecen de valor y la empatía para con los demás se reduce a una imagen en un espejo cada mañana.

Damián Iglesias

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